Las aguas grises tratadas pueden utilizarse entre otros usos, para el riego, con lo cual se ahorran miles de litros de agua potable al año.
En resumen, puede decirse que el agua tratada, bien sea la procedente de aguas grises, de aguas residuales o de agua de lluvia, puede utilizarse para cualquier aplicación en la que se necesite agua dulce limpia que no sea potable. Es decir, en ámbito doméstico, puede utilizarse para cualquier cosa que no sea beber, cocinar o lavarse. De estos consumos, beber o cocinar requiere de muy pocos litros al día; es sólo la higiene personal la que consume cantidades más elevadas de agua potable, y es precisamente este agua el que se aprovecha para su tratamiento y posterior reutilización.
Los usos más habituales de las aguas tratadas en el ámbito doméstico son: